sábado, 15 de noviembre de 2014

Hygieia

En la célebre pintura de Fildes, “The Doctor”, se muestra resignación esperanzada. Se reconoce la limitación del médico pero permanecen la espera de él y la esperanza en él. Acompaña. Lo hace en una casa humilde.
Un médico es un ser humano. En él se puede esperar, confiar, incluso ciegamente; algo que, sin embargo, no es factible hacer con la Medicina. Un médico nos podrá ayudar curando,  paliando o acompañando, pero la Medicina nunca conseguirá detener el gran río de la vida, en el que es precisa la muerte para que la vida permanezca, resurja.
Saber de nuestra muerte nos hace vivos, de un modo distinto a los animales. Para bien y para mal. Para bien porque podemos percibirnos radicalmente como seres existentes, como sujetos, Dasein, únicos y condenados a nuestra libertad. Para mal cuando ese saber nos oprime en vez de liberarnos, cuando la angustia se convierte en una mera ansiedad que sofoca las ansias.
Cuántas promesas, desde las “balas mágicas” de Ehrlich hasta terapias génicas, con anticuerpos monoclonales o con células madre. Cuántos avances quirúrgicos. Cuántos éxitos pero, a pesar de todos ellos, sabemos que la Medicina sólo quiere saber, que es insensible a cada uno, a cada elemento de ese río que fluye y que seguirá haciéndolo mostrando que su manantial no se agota.
La Medicina nos estudia y es estudiada por quien quiere ejercer esa noble y vieja profesión compasiva en sentido auténtico. Pero no nos salvará individualmente. Tal vez enlentezca algo el río. Nunca nos salvará definitivamente. Eso lo sabemos aunque queramos olvidarlo. Y no hay olvido más patético que el del sueño transhumanista.
No sorprende que Klimt escandalizase con el recuerdo de esa extraña relación de la Medicina con nuestras vidas. La vida y la muerte se imbrican. Ambas se sostienen entre sí. Eros y Thanatos nos impulsan.
Hygieia ofrece a la serpiente la copa con agua del Leteo. Lo hace de espaldas al río de la vida. Lo seguirá haciendo. El higienismo actual es una pobre religión a cuyos creyentes su diosa les da la espalda.

9 comentarios:

  1. Antes de nacer no hay nada, Después de morir tampoco.
    La medicina es una herramienta mas del teatro de la vida mientras discurre su camino de alfa a omega..

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    1. "Death is a Dialogue between
      The Spirit and the Dust.
      Dissolve says Death - The Spirit Sir
      I have another Trust- "
      (Emily Dickinson)

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  2. Gracias por tu comentario, Jaume.
    Tu reflexión sobre la vida entre dos nadas refuerza, creo yo, que la pensemos como misterio por muchos intentos reduccionistas que de él se pretendan.

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  3. "Saber de nuestra muerte nos hace vivos" aquí tienes todo un filón con todo lo que es la inteligencia artificial. Hay dos tendencias: una, crear robots con consciencia y otra crear hombres biónicos. Si un robot que puede llegar a ser inmortal ya que no tiene más que cambiar sus piezas por piezas nuevas, como hacía Wall-e ¿Puede llegar a crear consciencia sin la necesidad de la muerte?. Aquí Phillip K. Dick, y su Roy Batty (ver "Blade Runner") lo clavaron. El androide Roy Batty se vuelve humano porque es consciente de que se muere y la paloma que tiene en la mano se escapa al cielo, como si se tratase del alma en el cuadro "El entierro del Conde de Orgaz" con el anuncio de TDK al fondo, como una broma macabra de que en el fondo solo somos copias. La otra gran promesa de vencer a la muerte es la biónica, en donde iremos cambiando piezas biológicas y así imitando a los robots. Cuando ocurra esto el mundo será como ese mito de los indios amazónicos en donde en el mundo antes de que existiese la muerte los viejos muy viejos apetecían de la carne de los jóvenes que sufrían por la continua presión. Lloraron tanto que los dioses mandaron la muerte para evitarles ese sufrimiento.
    Aquí tienes un temazo.














































































































































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  4. Querido Esteban, te agradezco mucho tu comentario, que es, a la vez (no esperaría otra cosa de ti), un reto intelectual en el ámbito neurobiológico / IA.
    En él planteas dos posibilidades, no necesariamente incompatibles Una sería, en la línea de IA, la aparición (buscada o, según algunos, no necesariamente) de consciencia en una máquina. La otra sería llevar la biónica a su máxima eficiencia… hacernos finalmente biónicos en mayor o menor grado. Algo o alguien (la diferencia quizá desapareciera) se haría potencialmente inmortal.
    Hay dos aspectos que me parecen interesantes desde el punto de vista de la reflexión:
    1) ¿Es posible?
    El planteamiento sobre la posibilidad de que una máquina piense es antiguo, si recordamos a los autómatas con su carácter siniestro tan bien descrito por E.T.A. Hoffmann en su “hombre de arena”, tomado como referencia por Freud. Más reciente y fundamentado se da en el orden lógico por parte de Turing y estudiosos posteriores (desde el reduccionista Dennett hasta el holístico Chalmers, pasando por el platónico Penrose). A día de hoy, las diferencias entre los sustratos materiales y formas de operar existentes entre los ordenadores y nuestros cerebros son enormes cuantitativa y cualitativamente (sigue siendo recomendable el libro de E. Kandel) Lo cierto es que no sabemos mucho que digamos sobre la consciencia (o su análogo IA) en sentido fuerte. Otra cosa son aproximaciones modulares, que enlazarían con el aspecto biónico. Son dos problemas teóricamente similares que se fundirían en algo común: el problema de los qualia.
    ¿Podría hacerse? Lo dudo mucho desde nuestros planteamientos actuales. ¿Podría surgir “accidentalmente”? Tal posibilidad, que algunos ven como inevitable, me parece muy improbable.
    En el caso de la biónica, ya en la actualidad prolonga vidas… vidas enfermas. El concepto de enfermedad es difuso. Podría entenderse por tal el envejecimiento y tratar de prolongar la vida, incluso ad infinitum, mediante “reparaciones” o “añadidos” biónicos. Es previsible que los ciegos vean, ejemplo paradigmático de lo que se entendía por milagro. ¿Por qué no contemplar la posibilidad de que biotecnologías o tecnologías no “bio” reparen y mejoren sistemas orgánicos, incluyendo “módulos cerebrales”? De ahí a sustituir completamente el soporte biológico de la consciencia por un sistema biónico parece que va un abismo. Pero ya vimos que muchos abismos fueron superados.
    2) ¿Es deseable?
    Creo que lo que planteas entra en una cuestión que cada día hemos de tomar con más seriedad (científicos y políticos). No todo vale. A la tecnociencia subyace un postulado no expresado en general: es la realización de lo posible. Pero lo posible no siempre es bueno. La bomba atómica es un claro ejemplo. En lo que tú planteas, veo un problema que requiere un debate antes de lo que pueda suceder (y no al revés): ¿es buena la prolongación de la vida, como vida humana, o dar paso (en el caso hipotético muy dudoso de su posibilidad) a una consciencia artificial?
    Vayamos a la segunda cuestión. Una consciencia artificial podría fácilmente “escapar” de control. En ese sentido, nuestra especie entraría en competición no darwiniana con otra surgida curiosamente no desde la naturaleza sino desde la cultura. Es probable que esa nueva especie nos esclavizara o nos eliminara (quizá simplemente por hambre).
    Pero, refiriéndome a la primera cuestión, ¿es bueno eso? O, dicho de otro modo, ¿es buena esa “medicina” del futuro de afán de inmortalidad? Porque aquí ya no estamos ante avances que permitan mantener nuestra especie, sino prolongar la vida de una fracción de ella. No hay pan para todos. Y, siendo así, entramos en un terreno ético – jurídico. Parece claro que se beneficiarían de esos avances quienes se los pudiesen costear lo que significaría la sustitución progresiva de una especie biológica de miembros jóvenes, que se reproducen, por una especie biónica de viejos que sólo se mantienen a sí mismos.

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  5. Hola Javier. Gracias por tus comentarios. He subido tu entrada a Meneame y ha conseguido 81 visitas y 8 comentarios. Por cierto, tres entradas del blog y más de 700 visitas que para un blog que empieza es bastante impresionante.

    Respecto a tus dos reflexiones vayamos por partes.
    1. ¿Es posible? la simulación de organismos digitales es posible hoy en día. Lo que realmente es muy interesante sería ver cómo la muerte condiciona la aparición de la consciencia. Me explico. Se ha estrenado recientemente una película de luc Besson, Lucy. La peli es mala a rabiar. La protagonista es afectada por una droga que lleva su capacidad cerebral del 10 al 100%. Cuando alcanza el 100% prácticamente se "funde" con el cosmos, deja de ser individuo para convertirse en un ser de otra dimensión. Es una imagen muy ligada a lo que los cristianos entendemos como Dios, una ser incorporeo totipotente. El egoísmo propio de la conciencia estaría ligado a nuestra percepción como seres débiles y finitos. Imagínate que por medio de la inteligencia artificial o de la simulación de modelos basados en agentes digitales pudiésemos llegar a crear unidades computacionales conscientes de su finitud y su debilidad y que por mor de esta "conciencia" llegasen a desarrollar patrones egoistas. ¿Qué ocurriría si les diésemos más fortaleza, y la sensación de estar por encima de las contingencias? ¿Se eliminaría el egoismo?. Fíjate que lo que estoy diciendo es un remedo, una analogía, de la salvación eterna cristiana en clave robótica y computacional :)
    Estos pequeños pasos en el conocimiento transformarían completamente las preguntas posteriores sobre si podríamos construir robots autoconscientes, porque quizás la evolución deseable sería la totipotencia y la autoconsciencia sería un privilegio del que gozaríamos los seres humanos, débiles y finitos.
    Segunda reflexión ¿Es deseable? posiblemente para aquellas personas obsesionadas en acumular es más que deseable. Aquí saco a colación otra película no muy buena: Ágora de Amenabar. En esta película maniquea, los cristianos son una horda de talibanes que matan a Hipatía y queman la Biblioteca de Alejandría. El director pasa por alto el hecho de que Hipatía y sus pares eran esclavistas y que la horda de cristianos quema la biblioteca porque era un símbolo de un poder caduco y represor. Ya tenemos casos como el de la momia congelada de Walt Disney. Perseguir la vida eterna es algo que está ahí, sobre todo para cierto tipo de personalidades, y habrá mercado para ello. Es ahí donde los desheredados, y su percepción de su debilidad, hará que se unan para destruir a aquellos que los hagan sentir más débiles y por tanto más conscientes

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  6. Gracias a ti, nuevamente, Esteban.
    Con respecto a tu último y enriquecedor comentario, no veo por qué la muerte condicionaría la aparición de la consciencia. Supongo que un animal tiene un mayor o menor grado de consciencia, aunque no sepamos bien en qué consiste y aunque carezca (suponemos) de un saber sobre su muerte.
    Con respecto a la segunda reflexión, discrepo un poco. El cristianismo y, en general, las religiones del libro han sido ambivalentes sobre otros libros, especialmente cuando esos otros podían percibirse como crítica o ataque al libro sagrado, tornando en heréticos. La ciencia moderna surgió en un contexto religioso, facilitador de la conservación medieval de textos clásicas (un ejemplo interesante, entre tantos, es el uso de algunas catedrales como instrumentos astronómicos), en el que fue posible Newton e incluso Galileo, a pesar de los pesares (según Gould su caída en desgracia no fue tanto por aspectos científicos cuanto de politiqueo). La Iglesia, con quien tuvo y tiene problema real, es con Darwin y, en general, con el problema de la contingencia que, teniendo en cuenta todo lo malo de lo que es capaz un ser humano, supone el problema insoluble de la teodicea. Creo que la Iglesia ha sido tan perniciosa en algunos aspectos como bondadosa en otros (todo ello al margen de respetables creencias personales en el orden religioso). Y me quedo con Hipatia y no con el obispo que indujo su muerte, aunque coincido contigo en que hay siempre mucho maniqueísmo en estas cosas.
    La persecución de la vida eterna en el ámbito materialista es clarísima en el caso de los transhumanistas. Se inicia con la criogenización (creo que no es exacto que se le haya aplicado a Walt Disney) y alcanza su mayor fantasía con la esperanza en que nuestra mente sea transferible como software a un soporte informático o incluso a un organismo biológico reconstruido desde otro “software”, el genético. A día de hoy, eso es un sueño más adecuado para la ciencia ficción que para sostener esperanzas, pero lo cierto es que sí alimenta investigaciones. Sea como sea, el afán por vivir más años lo es individual y no de especie; eso implicará una segregación que favorecerá la longevidad de los ricos a expensas de los demás. En realidad, no hay que hacer mucha ciencia ficción para imaginar tal segregación porque es una triste realidad ya en nuestro país (teóricamente del primer mundo) en el que la morbi-mortalidad es mayor en pobres que en ricos: comen peor, tienen más infecciones y ya muchos de ellos no pueden pagarse tratamientos médicos o quirúrgicos.
    Un abrazo

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  7. http://elpais.com/elpais/2014/11/24/ciencia/1416827218_853986.html

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  8. Gracias de nuevo, Esteban, por esta aportación.
    Sin duda, la robótica es ya y será de gran ayuda en múltiples campos. desde el quirúrgico hasta el de la compañía y ayuda (lo de leer para alguien que tenga una degeneración macular, por ejemplo, me parece interesantísimo) o la posibilidad de escribir a su dictado o un montón de cosas más
    Pero... con sus riesgos. Este artículo me hace evocar a Eliza, del MIT. En este caso lo sorprendente no fue que algunos "tragaran", sino que psiquiatras y psicólogos vieran bien esa emulación de la psicoterapia de Rogers (mala psicoterapia si podía ser sustituida por una máquina tan elemental).
    Creo que hay un riesgo y reside en que la necesidad de compañía no se conforme con mascotas animales sino que crea ver algo "humano" en un robot. Esa "confusión" creo que podría facilitar incluso un brote psicótico en la persona atendida.

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